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ACTUALIDAD
A través del conocimiento e identificación de los im-
pactos positivos y negativos que se producirán, obten-
dremos la información necesaria para encontrar la for-
ma adecuada para su mitigación, y así conseguir que
nuestro proyecto resulte sustentable y articulado con el
entorno.
Es nuestra responsabilidad profesional anticiparnos
a los problemas antes que ellos se produzcan, siendo
conveniente tomar conciencia de la necesidad de
pre-
vención”.
La intervención del consultor a través de la realización
de un Estudio de Impacto Ambiental
(
EIA)
acotado”
o
reducido”, posibilitará prever molestas y costosas modi-
ficaciones del proyecto en su etapa ejecutiva.
Dicho estudio posee características de
ponderación, in-
tegración y participación”
,
dadas a través del carácter mul-
tidisciplinario del proceso, en el cual se contemplan:
-
Descripción del proyecto, localización, periodo de
construcción, etc.
-
Descripción del ambiente existente.
-
Identificación de las acciones impactantes potenciales
(
positivas y negativas)
,
en la cual se efectúa un informe
técnico que incluye la preparación de matrices.
-
Descripción cualitativa y cuantitativa de los impactos.
-
Evaluación de los mismos.
-
Formulación de las medidas adecuadas para su miti-
gación, con la confección de alternativas y recomenda-
ciones.
-
Formulación del programa de monitoreo.
Esto permite articular soluciones puntuales para impac-
tos específicos, evitando la necesidad de aplicar norma-
tivas generales que, muy rara vez, resultan adecuadas
para cada caso en particular.
Este instrumento técnico brindará un marco de referen-
cia, que tenderá a incidir en forma positiva en las trans-
formaciones estructurales de la ciudad.
Actualmente es el Estado, a través de la exigencia del
cumplimiento de sus leyes, quien se encarga de preser-
var los recursos ambientales, con el objetivo de mejo-
rar las condiciones de vida de la población, minimizar la
degradación, mitigar impactos desfavorables y evitar la
destrucción de la base ecológica.
Los arquitectos, en nuestra condición de ciudadanos,
usuarios y artífices de la transformación del espacio
urbano, deberíamos contemplar esos objetivos como
propios, a efectos de asumir una actitud adulta y res-
ponsable en la ardua tarea de organizar el crecimiento
sustentable de la ciudad, tendiendo a evitar su mayor
degradación y mejorando así no sólo nuestra calidad de
vida, sino la de las futuras generaciones, nuestro here-
deros
.